Comentario
El hombre de Neandertal ha sido asociado a determinada fase cultural. En un principio, Hrdlicka mantuvo, de 1927 a 1940, su clasificación como un estadio morfológico en la evolución del hombre. Cuando los hallazgos se hicieron cada vez más numerosos, en los 15 ó 20 últimos años se han sucedido criterios diferentes.
Primeramente se le otorgó una atribución taxonómica con el rango de especie; así era denominado Homo neanderthalensis frente al Homo sapiens, u hombre moderno. Era una forma de situarlo como predecesor del Cro-Magnon. En la segunda fase se le consideró dentro de la especie sapiens, con rango de subespecie, y es como tal que se le clasifica actualmente Homo sapiens neanderthalensis frente al Homo sapiens sapiens, rompiendo la ecuación de antecesor del hombre moderno; con el tiempo, se ha demostrado que en algunos yacimientos aparece la contemporaneidad con formas del hombre moderno, como en los yacimientos de Próximo Oriente. Los caracteres del neandertal muestran un sapiens arcaico y específico, constituyendo una población importante con características únicas. Los rasgos que se desglosan de los neandertales típicos se corresponden con los neandertales clásicos que encontramos en la primera mitad de la glaciación würmiense, aproximadamente entre los 100.000 y 35.000 años. Existen muchos restos, comprendiendo una lista de 350 individuos, pero en su mayoría están representados por pequeños fragmentos, especialmente fragmentos de húmeros y falanges. En Europa Occidental destacan por ser muy completos tres esqueletos adultos de la Chapelle aux Saints, La Ferrassie y La Quina y unos seis o siete cráneos conocidos, en los que la mayoría presentan rota la base occipital. Con todo ello nuestro conocimiento es pobre, pues a pesar de tener muchos restos éstos están mal representados.
El descubrimiento del neandertal ha sido un largo proceso, en el cual, irónicamente, son los primeros restos fósiles humanos que se conocieron a partir del siglo pasado, y que, sin embargo, su reconocimiento como tales se produciría casi al mismo tiempo que el Pithecanthropus de Dubois. El primer resto hallado era una calota de un niño encontrado en la cueva de Engis (Bélgica) en 1829-1830, seguido en 1848 por un cráneo adulto en Forbes Quarry en Gibraltar. Aún así no fueron reconocidos hasta que en 1856 se encontró un cráneo en una cueva en el valle del Neander, cerca de Düsseldorf en Alemania. Un anatomista (Schaaffhansen) lo reconoció como un antepasado más antiguo que los celtas y los germanos. A pesar de que Darwin los conocía no los menciona en su publicación sobre "El origen de las especies", en 1859. El primero que los menciona es T. Huxley, en el centro de los debates sobre las teorías de la evolución. Hasta que fueron reconocidos totalmente con hallazgos posteriores, como el de Spy en Bélgica; asociados claramente con faunas fósiles e industria, pasaron por ser, gracias a R. Wirchow, hombres actuales deformados por alguna enfermedad.
Por lo general se le considera un ser pequeño de 1,65 metros de altura, muy robusto y con fuertes articulaciones, presentando en el cráneo y cara muchos caracteres particulares. Entre ellos tenemos una elevada capacidad endocraneal que presenta un gran cerebro, como el de La Chapelle aux Saints, que alcanza los 1.625 centímetros cúbicos, o el de Amud que supera los 1.700. La media, sin embargo, es de 1.465, teniendo en cuenta que los dos tercios son masculinos. El problema del dimorfismo sexual es una de las variables de la antropología, considerándose que la diferencia sexual sería muy parecida a la del hombre moderno, si bien no hay una base científica para demostrarlo.
En el cráneo se observan varios atributos característicos, y en general muestran un cráneo largo, ancho y poco alto. En el Homo erectus la anchura máxima se encontraba cerca de la base del cráneo; en el neandertal, así como en el Homo sapiens, la anchura máxima se encuentra en los parietales, pero el hombre moderno presenta una mayor altura. Otra diferencia es la presencia de un torus occipital más bajo que en el Homo erectus, que alarga la fisonomía del cráneo. El frontal también muestra una altura reducida, pero su anchura es semejante al moderno, presentando asimismo un torus supraorbital. Por todo, si bien la capacidad endocraneal es semejante al hombre moderno, la organización de la cavidad craneal es diferente.
La cara del neandertal era muy grande, impresión aguzada por la baja altura del frontal. Bajo la proyección del torus, las órbitas son redondeadas y separadas presentando una forma diferente al hombre moderno, con una región suborbital más plana que en el moderno, que la presenta cóncava. Para algunos antropólogos es una adaptación al frío. Sin embargo, sabemos que los neandertales vivieron tanto en climas fríos como templados e incluso cálidos. Las mandíbulas son espesas y robustas, presentando la parte anterior plana, a diferencia del hombre moderno cuya forma es parabólica. A ello se suma la presencia de un espacio libre entre el tercer molar y la rama ascendente y como rasgo muy distintivo no se presenta el mentón (barbilla), característica del Homo sapiens sapiens.
La dentición, sin embargo, no presenta rasgos inequívocos, siendo un poco más grande que en el moderno. Quizá los rasgos distintivos radican en la presencia de taurodontismo y la forma de articular los incisivos. El taurodontismo significa una cavidad alveolar más grande y la tendencia a fundirse las raíces de los molares. Los incisivos del maxilar superior y la mandíbula cierran paralelamente a modo de tenazas, a diferencia de los nuestros, que cierran en tijera yuxtaponiéndose los superiores a los inferiores. Estas diferencias para algunos antropólogos como L. Brace tienen la explicación en que los dientes han sido utilizados como herramientas, además de la función masticatoria. Esta explicación se ha llevado al extremo de pensar que la cara se transforma y especializa en función de la tecnología. Este rasgo no se presenta en todos los restos, por lo cual la ecuación sobre si es más primitivo por utilizar la dentición, al contrario que el hombre moderno cuyo utillaje es más completo, resulta demasiado simplista, ya que en poblaciones cazadoras actuales la dentición anterior se utiliza para ablandar pieles perteneciendo todos ellos al Homo sapiens sapiens.
En cuanto a los restos postcraneales, observamos algunas diferencias. Por ejemplo, las vértebras cervicales son más espesas y pegadas, produciendo una elevación en la inserción de las costillas, lo que parece inducir en una postura algo inclinada del cuerpo hacia adelante. En la escápula se observa una pequeña cresta que separa las mitades dorsal y ventral, relacionadas con un músculo especial que nos sirve para controlar el gesto. El brazo presenta una gran robustez, ya que el radio ofrece una curvatura, relacionada con una musculatura muy fuerte. Para E. Trinkaus y C. Howells esta musculatura era más apropiada para lanzar objetos (entre ellos, armas arrojadizas) que en los hombres modernos.
Los coxales, si seguimos las características que presentan los restos de La Chapelle aux Saints, se distinguen de los modernos en su morfología, siendo más planos con la rama ascendente más ancha. En el área del pubis se observa una apertura del canal más grande que en los modernos. Esta característica ha sido interpretada por E. Trinkaus como una gestación más larga, de 10 meses, con el fin de que los bebés estuvieran mejor adaptados que en el caso de los modernos, que son prematuros. Este hecho redundaría en asegurar al nuevo niño la adaptación, porque no tendrían medios suficientes, como los hombres modernos.
Evidentemente esta interpretación ha tenido numerosas refutaciones. En primer lugar, la interpretación no se basa en un conjunto de restos, sino exclusivamente en La Chapelle aux Saints, un individuo masculino de edad avanzada, con lo cual puede no ser una pauta común, dada la variabilidad que se encuentra en general en los individuos actuales y que afecta a muchas especies animales. En segundo lugar, cuando nos referimos a las poblaciones fósiles, deberíamos reflexionar sobre la amplitud cronológica en la que nos movemos, casi 100.000 anos para el neandertal, amplitud que puede haber llevado a una mayor diversidad de caracteres de los que normalmente se tienen en cuenta. Finalmente debemos recordar que no sólo la gestación de los niños humanos modernos se produce a los nueve meses, sino que en los primates más cercanos, el gorila y el chimpancé también se corresponde con nueve meses, por lo cual no podemos aceptar esta propuesta.
Un problema constante es el que se relaciona con la continuidad o discontinuidad del neandertal hacia el hombre moderno; los defensores de la primera propuesta se basan en la mayor semejanza que existe entre los sapiens arcaicos y el hombre moderno que la que se encuentra entre neandertales y sapiens. En estas propuestas los prehistoriadores se definen a lo largo de la historia de formas diferentes. A principios de siglo los antropólogos se fijan en las diferencias, pensando en una sucesión del neandertal hacia el hombre moderno muy rápida. Entre los prehistoriadores de la mitad del siglo XX se establece la relación cultural con los hombres fósiles. Así el Paleolítico Superior se asocia con el hombre moderno, y el Paleolítico Medio con el hombre de neandertal en Europa. La evolución querían que fuera europea, de ahí que algunos restos, que hoy se consideran preneandertales, fueran denominados presapiens.
En la actualidad la coetaneidad de neandertales con el sapiens durante el Musteriense y la no existencia de presapiens en Europa, ha llevado a algunos autores a plantear la teoría por la cual las culturas del Paleolítico Superior, fundamentalmente el Auriñaciense, proceden del Este, suplantando en un lapso de tiempo corto a los neandertales europeos. Una de las primeras industrias del Chatelperroniense deja un lugar para la continuidad al neandertal, ya que sus restos han aparecido asociados en Arcy sur Cure y Saint Cesaire. Sin embargo, hasta que no estén completamente publicados no debe afirmarse tan categóricamente estas relaciones, ya que las clasificaciones del hombre de neandertal se basan muchas veces en los rasgos más arcaicos que se encuentran en determinados fósiles y no el conjunto morfológico de todos ellos, teniendo en cuenta la variabilidad individual, la variabilidad cronológica y las diferentes condiciones de los hallazgos. El problema de la aparición del Homo sapiens sapiens u hombre moderno se mantiene aún en debate.